miércoles, 9 de enero de 2013

el corazón y sus metáforas




«Escribe con sangre, y aprenderás que la sangre es espíritu», escribió Federico Nietzsche a finales del siglo XIX. Atendiendo a ese llamado secreto la humanidad ha escrito su historia con sangre, no sólo en el sentido trágico y terrible de las guerras y los crímenes, sino convirtiendo la lengua en una metáfora de la sangre. Hay, ciertamente, un parecido entre la sangre y el lenguaje; se diría que la lengua es la sangre intangible del cuerpo social, que circula por todas partes, oxigena y aviva los tejidos, recoge los nutrientes de la cultura y los distribuye, manteniendo el pulso de la sociedad, el ritmo de la civilización.
Por supuesto que una metáfora, como decía Borges, es la momentánea asociación de dos imágenes y no la metódica asimilación de dos cosas, pero estas analogías, así sean parciales e inexactas, cumplen una función, porque nos permiten ver de otra manera los procesos y los fenómenos, y porque también nos ayudan a entender las afinidades y simetrías que llenan el mundo. Tal vez esa sea la principal justificación de la metáfora en la literatura: no comparar caprichosamente cosas distintas, sino entrever afinidades secretas, reflejos que revelan la profunda cohesión, la misteriosa armonía de la realidad http://www.pdf

No hay comentarios:

Publicar un comentario